jueves, 3 de octubre de 2013

BITACORA.
Día en el Parque Chicaque
El día 23 de Septiembre  del 2013, la alarma de mi cuarto marca exactamente las 5:30am y yo despierto, con la expectativa de  ¿Cómo será el día? ¿Habrá altas temperaturas al lugar que vamos a ir? ¿Me pongo una chaqueta o  una blusa ligera? ¿Cómo me peino? Mientras que me dirijo al baño, aun con bastante sueño, sin embargo me ducho rápido, y cuando noto que hay una cantidad considerable de vapor en el baño esto me indica que ya es la hora de salir; en esos momentos empiezo a vestirme, y entretanto me observo en el espejo mirando si cada prenda que me coloco está bien puesta y si con ella me siento bien para salir al colegio.  Así que cuando ya siento que estoy bien con mi cabello, las prendas que me coloco, y mi cara indica que ya se ha ido totalmente el sueño, miro nuevamente el reloj para organizar mi tiempo, así que calculando que aún hay lo suficiente tomo mi desayuno, mientras miro algo de televisión, voy alistando mi maleta, recordando que no se me olvide nada y llevo lo necesario para la salida.  En cuanto ya tengo todo listo, y me he cepillado los dientes, voy con mi mama y con mi padrastro para que me de mi mesada, hacemos una corta oración  familiar, y me despido de ellos  deseándoles lo mejor en su día.
A los 10 minutos que duro caminando hacia el colegio, empiezo a notar que hay tan solo unos pocos con sudadera como yo, y me pregunto nuevamente ¿Sera que hoy era la salida al parque? ¿No traje cuadernos y ahora qué hago? “Pero si en la circular decía que hoy teníamos que ir”. Sin embargo cuando ya entro al salón, y veo a mis compañeros con sus materiales de física y preparados para irse vuelvo a la tranquilidad. Los minutos van pasando, me dedico a hacer algunas conversaciones con algunos amigos, y durante esto voy recogiendo los materiales a cada uno de mis compañeros de grupo para introducirlos en un maletín y estar prestos al momento de la llegada al Parque Chicaque para disponernos a hacer las actividades propuestas por los docentes.
Después de una larga espera para subirnos a los buses, me hago con la que será mi colega de viaje, compartiendo historias, anécdotas, comida y risas, haciendo que no sea aburrido el desplazamiento hasta el lugar al que debemos llegar. Pero cuando empezamos a darnos cuenta de que la cuidad ha pasado a ser un gran paisaje lleno de fauna y flora, nos callamos un poco y nos colocamos cómodas en nuestros puestos para poder observar  y hacer agradable el momento con algo de música. Mas adelantes siendo las 8:30am llegamos al sitio esperado; todos nos bajamos de los buses y nos hicimos por cursos recibiendo las indicaciones de algunos instructores que conocían muy bien la zona, para dar a cada uno de los estudiantes las reglas y las recomendaciones que debíamos seguir para que no ocurriera ningún accidente, ya que donde nos encontrábamos, existía la posibilidad de algún desguince, mareo, o algún otro  tipo de afección. Al instante empezamos a hacer la primera actividad de tomarnos la presión sanguínea, para anotar el número de pulsaciones por minuto que teníamos, y así anotarlo en una hoja que nos pedía esta información. Luego, de alistarnos con nuestras maletas, nos dispusimos a hacer el recorrido, sin saber lo que nos esperaba, y en medio de eso, fuimos conociendo la reserva natural con sus múltiples senderos, los bosques de robles y alguna que otra especie animal.
En medio de la caminata, nos dimos cuenta que sería un largo viaje, ya que al ver el mapa que mostraba el camino por dónde íbamos, fue sorprendente saber que andaríamos por mucho tiempo, pero a medida de cada lugar que conocíamos, desarrollar actividades como la creación de una brújula, y con ella guiarnos, para conseguir las piezas de un rompe cabezas fue muy divertido porque cuando llegamos allí, no sabíamos dónde encontraríamos los fragmentos de la figura que debíamos armar, además que ya éramos un grupo muy grande porque habíamos fusionado otro al nuestro. Sin embargo fue gratificante descubrir que nuestra brújula funcionaba después de que la habíamos hecho nosotros mismos, y al instante darnos una orientación siguiendo las pistas que nos dieron al principio de la actividad. Pero no todo fue tan bueno porque cuando ya estábamos el punto donde estaba las fichas no encontrábamos ninguna y lo gracioso era que ninguno de los otros grupos tampoco las encontraban, solo hasta que la profesora nos ayudó y nos dijo dónde estaban exactamente pudimos encontrarlas.
Después de esto, nos sentamos a descansar un poco ya que en tan poco tiempo habíamos caminado demasiado para lo que yo estaba acostumbrada. Así que pudimos hablar un poco con mis amigos y luego volvimos a caminar hasta que llegamos al refugio del lugar donde habían unas mesas y un restaurante pero nosotros solo hicimos uso de ese sitio para dejar nuestras maletas y encaminarnos a la cascada. Justo cuando ya íbamos para allá, nos tomamos algunas fotos que sería el recuerdo de tan grata salida, así que pasamos por la quebrada Chicaque y la quebrada Vélez, sin embargo el camino de dos horas era muy agotador y pensar en ¿Cómo nos vamos a devolver todo esto? ¿No hay un bus que nos lleve hasta el punto de partida? era desconsolador, y por fin cuando llegamos al lugar vimos una pequeña cascada con mucho musgo pero muy linda, pudimos bañarnos allí, y sentir que el agua estábamos supremamente fría, pero era el refrescante que necesitaba después de sentir tanto calor que me produjo el cansancio y el sol de la tarde. Al estar allí por unos veinte minutos era la hora de devolvernos, y en mi vida había sentido caminar tanto, porque era por más de tres horas que llevábamos en esa situación y la temperatura hacia más complicado rendir en ese tipo de ambiente. Pero al final logramos llegar nuevamente al punto de partida, y disfrutar de una maravillosa cuesta de sol, y un indescriptible paisaje lleno de vida y abundancia de riqueza animal y vegetal que me daba la lección de que aquella reservas tan especial y lindas que aún se conservan en nuestro país, son muy necesarias de cuidar, porque hay muy pocas de ellas en mundo.
Por ultimo después de haber caminado tanto, y haber disfrutado de un hermoso paisaje, pude comprender al final del día que mis expectativas se habían cumplido y que era maravilloso poder dejar las paredes de un colegio y que por una jornada tu clase se viviera en un ambiente diferente. Así que al llegar ya a Bogotá, sintiendo nuevamente el clima  frio de la cuidad, pude irme a casa feliz,  para poder contarles a mis padres todo lo genial que había sido mi día, y la conciencia que deje en ellos de disfrutar esos momentos con la naturaleza que es de gran valor.


KAREN RODRIGUEZ

No hay comentarios:

Publicar un comentario