BITACORA.
Día en el Parque Chicaque
El día 23 de Septiembre del 2013, la alarma de mi cuarto marca
exactamente las 5:30am y yo despierto, con la expectativa de ¿Cómo será el día? ¿Habrá altas temperaturas
al lugar que vamos a ir? ¿Me pongo una chaqueta o una blusa ligera? ¿Cómo me peino? Mientras
que me dirijo al baño, aun con bastante sueño, sin embargo me ducho rápido, y
cuando noto que hay una cantidad considerable de vapor en el baño esto me indica
que ya es la hora de salir; en esos momentos empiezo a vestirme, y entretanto
me observo en el espejo mirando si cada prenda que me coloco está bien puesta y
si con ella me siento bien para salir al colegio. Así que cuando ya siento que estoy bien con
mi cabello, las prendas que me coloco, y mi cara indica que ya se ha ido
totalmente el sueño, miro nuevamente el reloj para organizar mi tiempo, así que
calculando que aún hay lo suficiente tomo mi desayuno, mientras miro algo de
televisión, voy alistando mi maleta, recordando que no se me olvide nada y
llevo lo necesario para la salida. En
cuanto ya tengo todo listo, y me he cepillado los dientes, voy con mi mama y
con mi padrastro para que me de mi mesada, hacemos una corta oración familiar, y me despido de ellos deseándoles lo mejor en su día.
A los 10 minutos que duro
caminando hacia el colegio, empiezo a notar que hay tan solo unos pocos con
sudadera como yo, y me pregunto nuevamente ¿Sera que hoy era la salida al
parque? ¿No traje cuadernos y ahora qué hago? “Pero si en la circular decía que
hoy teníamos que ir”. Sin embargo cuando ya entro al salón, y veo a mis
compañeros con sus materiales de física y preparados para irse vuelvo a la
tranquilidad. Los minutos van pasando, me dedico a hacer algunas conversaciones
con algunos amigos, y durante esto voy recogiendo los materiales a cada uno de
mis compañeros de grupo para introducirlos en un maletín y estar prestos al
momento de la llegada al Parque Chicaque para disponernos a hacer las
actividades propuestas por los docentes.
Después de una larga espera
para subirnos a los buses, me hago con la que será mi colega de viaje,
compartiendo historias, anécdotas, comida y risas, haciendo que no sea aburrido
el desplazamiento hasta el lugar al que debemos llegar. Pero cuando empezamos a
darnos cuenta de que la cuidad ha pasado a ser un gran paisaje lleno de fauna y
flora, nos callamos un poco y nos colocamos cómodas en nuestros puestos para
poder observar y hacer agradable el
momento con algo de música. Mas adelantes siendo las 8:30am llegamos al sitio
esperado; todos nos bajamos de los buses y nos hicimos por cursos recibiendo
las indicaciones de algunos instructores que conocían muy bien la zona, para
dar a cada uno de los estudiantes las reglas y las recomendaciones que debíamos
seguir para que no ocurriera ningún accidente, ya que donde nos encontrábamos,
existía la posibilidad de algún desguince, mareo, o algún otro tipo de afección. Al instante empezamos a
hacer la primera actividad de tomarnos la presión sanguínea, para anotar el
número de pulsaciones por minuto que teníamos, y así anotarlo en una hoja que
nos pedía esta información. Luego, de alistarnos con nuestras maletas, nos
dispusimos a hacer el recorrido, sin saber lo que nos esperaba, y en medio de
eso, fuimos conociendo la reserva natural con sus múltiples senderos, los
bosques de robles y alguna que otra especie animal.
En medio de la caminata, nos
dimos cuenta que sería un largo viaje, ya que al ver el mapa que mostraba el
camino por dónde íbamos, fue sorprendente saber que andaríamos por mucho
tiempo, pero a medida de cada lugar que conocíamos, desarrollar actividades
como la creación de una brújula, y con ella guiarnos, para conseguir las piezas
de un rompe cabezas fue muy divertido porque cuando llegamos allí, no sabíamos
dónde encontraríamos los fragmentos de la figura que debíamos armar, además que
ya éramos un grupo muy grande porque habíamos fusionado otro al nuestro. Sin
embargo fue gratificante descubrir que nuestra brújula funcionaba después de
que la habíamos hecho nosotros mismos, y al instante darnos una orientación
siguiendo las pistas que nos dieron al principio de la actividad. Pero no todo
fue tan bueno porque cuando ya estábamos el punto donde estaba las fichas no
encontrábamos ninguna y lo gracioso era que ninguno de los otros grupos tampoco
las encontraban, solo hasta que la profesora nos ayudó y nos dijo dónde estaban
exactamente pudimos encontrarlas.
Después de esto, nos
sentamos a descansar un poco ya que en tan poco tiempo habíamos caminado
demasiado para lo que yo estaba acostumbrada. Así que pudimos hablar un poco
con mis amigos y luego volvimos a caminar hasta que llegamos al refugio del
lugar donde habían unas mesas y un restaurante pero nosotros solo hicimos uso
de ese sitio para dejar nuestras maletas y encaminarnos a la cascada. Justo
cuando ya íbamos para allá, nos tomamos algunas fotos que sería el recuerdo de
tan grata salida, así que pasamos por la quebrada Chicaque y la quebrada Vélez,
sin embargo el camino de dos horas era muy agotador y pensar en ¿Cómo nos vamos
a devolver todo esto? ¿No hay un bus que nos lleve hasta el punto de partida?
era desconsolador, y por fin cuando llegamos al lugar vimos una pequeña cascada
con mucho musgo pero muy linda, pudimos bañarnos allí, y sentir que el agua
estábamos supremamente fría, pero era el refrescante que necesitaba después de
sentir tanto calor que me produjo el cansancio y el sol de la tarde. Al estar
allí por unos veinte minutos era la hora de devolvernos, y en mi vida había
sentido caminar tanto, porque era por más de tres horas que llevábamos en esa
situación y la temperatura hacia más complicado rendir en ese tipo de ambiente.
Pero al final logramos llegar nuevamente al punto de partida, y disfrutar de
una maravillosa cuesta de sol, y un indescriptible paisaje lleno de vida y
abundancia de riqueza animal y vegetal que me daba la lección de que aquella
reservas tan especial y lindas que aún se conservan en nuestro país, son muy
necesarias de cuidar, porque hay muy pocas de ellas en mundo.
Por ultimo después de haber
caminado tanto, y haber disfrutado de un hermoso paisaje, pude comprender al
final del día que mis expectativas se habían cumplido y que era maravilloso
poder dejar las paredes de un colegio y que por una jornada tu clase se viviera
en un ambiente diferente. Así que al llegar ya a Bogotá, sintiendo nuevamente
el clima frio de la cuidad, pude irme a
casa feliz, para poder contarles a mis
padres todo lo genial que había sido mi día, y la conciencia que deje en ellos
de disfrutar esos momentos con la naturaleza que es de gran valor.
KAREN RODRIGUEZ